La profesión veterinaria es apasionante y muy gratificante, pero también está llena de desafíos y situaciones estresantes. Estos profesionales dedican sus vidas a cuidar y tratar a los animales, pero este noble trabajo puede tener un alto coste emocional y físico. En Mundo Vets nos encanta escucharos, por eso, hemos querido explorar las cosas que más estresan a los profesionales de la veterinaria, dándoos voz.
Cosas que más estresan a los profesionales de la veterinaria
Desde situaciones emocionales intensas, hasta las demandas rigurosas del trabajo, pasando por el trato con los propietarios de los animales, a continuación destacamos los aspectos más desafiantes y estresantes de la vida de los profesionales del ámbito veterinario.
Responsabilidad y presión
Los profesionales de la veterinaria son responsables de la salud y el bienestar de los animales a su cuidado y esta responsabilidad puede generar una gran presión. Cada decisión que toman puede tener consecuencias significativas, y el temor de cometer errores o tomar decisiones equivocadas puede ser muy estresante.
Ana, veterinaria con dos años de experiencia, nos cuenta: «Trabajo en horario nocturno en un hospital en el que, además de perros y gatos, atendemos a animales exóticos (de los cuales no tengo apenas conocimientos, pero que aun así he de atenderles si vienen de urgencia). Es un turno muy complicado (…) tenemos que tomar decisiones en las que no terminamos de saber si son las mejores, ya que no tenemos a nadie a quien preguntar a esas horas ni nadie que nos apoye».
Carga de trabajo abrumadora
Otra de las principales fuentes de estrés para quienes se dedican a esta profesión es la carga de trabajo abrumadora que conlleva, una de las razones principales que provocan burnout en veterinaria.
Estos profesionales a menudo trabajan largas horas y tienen que lidiar con un flujo constante de pacientes. Esto puede llevar a una sensación de agotamiento físico y mental, ya que deben atender a múltiples animales y propietarios al mismo tiempo, sin intervalos para descansar adecuadamente.
«Yo solo trabajo de noche, haciendo unas 11 horas al día (…), pero me desajusta todo el ritmo circadiano y no puedo apenas hacer vida social», nos decía también Ana.
Los propietarios
En el caso de los propietarios de los animales, son varias las circunstancias que pueden llegar a estresar los profesionales de la veterinaria: desde su falta de compromiso frente a las necesidades de salud de su mascota, hasta la mala educación en algunos casos.
Anna M. nos cuenta: «Para mí, las situaciones más estresantes en la clínica son las que comprometen el estado de salud del animal por falta de recursos y que ponen sobre nuestros hombros la responsabilidad de salvarlo. En mi caso, me dedico a la clínica de animales exóticos y son muchos los propietarios que ni siquiera se plantearon antes de adquirir el animal que un hámster o un periquito también requerirían atención veterinaria en algun momento. Tener que lidiar con un animal enfermo y sufriendo y unos propietarios que no quieren hacer pruebas para saber qué le pasa por el hecho de ser “más caras las pruebas que el propio animal”, me genera un estrés y una frustración grande, porque no puedo ayudar al animal como se merece, que no tiene ninguna culpa».
Una situación muy dura en la que coinciden muchísimos profesionales veterinarios.
Por no hablar de la mala educación de algunos clientes con la que hay que lidiar a veces en los centros. Estas son las declaraciones al respecto de algunas de las personas que hemos entrevistado:
«Lo que más estrés me genera es tratar con clientes que son maleducados o que no valoran nuestro trabajo», nos decía otra profesional.
Sofía V., veterinaria, nos comentaba: «Honestamente lo que más me estresa de la clínica diaria son los propietarios. Hay algunos muy maleducados o que no valoran tu trabajo, te tratan mal y si al animal le pasa algo siempre es culpa del veterinario».
Además, una axiliar veterinaria entrevistada aportaba: «Me estresa que el cliente se piense que por el hecho de cobrar por nuestro trabajo no nos gustan los animales y hacemos esto «para sacarles el dinero y/o aprovecharnos», cuando en muchas de las ocasiones somos quienes mas sufrimos una pérdida y nos vamos tocados a casa, sintiéndonos mal o pensando que no se ha hecho lo suficiente, cuando no es así».
Además de las faltas de respeto, también afecta mucho a los niveles de estrés las exigencias con las que se presentan algunos propietarios de los animales. Por ejemplo, Anna M. también nos decía: «Cuando sí son propietarios que permiten hacer pruebas, ingresos… me genera estrés la exigencia por una rapidez en los resultados y en la evolución que jamás exigirían en medicina humana. A menudo me cuesta hacerles entender que la medicina no es matemática y que la evolución de una enfermedad no es previsible al 100%, que pueden mejorar o empeorar rápido y no es culpa de nadie».
Otra profesional nos comentaba: «… también me he encontrado con propietarios agresivos que no entienden el triaje y que hay animales que requieren atención antes que el suyo, llegando incluso a amenazarme».
Por suerte, la mayoría de los profesionales entrevistados han querido recalcar que también hay propietarios encantadores. No obstante, dentro de las buenas relaciones y tratos, existe otro problema relacionado con los dueños de mascotas que genera mucha angustia en este profesional: ver cómo algunas personas quieren desesperadamente ayudar a sus fieles amigos y no lo pueden hacer por falta de recursos económicos.
En palabras de estos profesionales: «propietarios que no pueden afrontar los costes de la atención siendo al final el animal el máximo perjudicado».
«A mí me resulta muy duro, porque ves a una familia destrozada por no poder hacer frente a facturas costosas (porque seamos sinceros, lo son…). Sinceramente, me pongo en la piel de esa familia y yo con mi sueldo tampoco podría atender adecuadamente a mi propia mascota siendo veterinaria… ¿qué familia, hoy en día, puede dejarse a toca teja cerca de 1.000 euros en un día? Por supuesto entiendo el porqué de los costes y sé que es un servicio que vale ese dinero, pero una cosa no quita la otra», declaraba con sinceridad Ana.
Por su parte, Sofía V. nos comentaba también: «Últimamente algo que me estresa, bueno no es estrés como tal, sino impotencia, es qué hay algunos propietarios que no se quieren gastar nada de dinero en su animal y al final no puedes hacer nada al respecto».
Profesión infravalorada
Otra de las cuestiones que más estresan dentro de la profesión veterinaria es lo mal valorada que está esta en la sociedad.
Marta Galván, Auxiliar Técnico Veterinario, nos decía: «Te diría que lo que más me estresa de mi profesión es que tenemos un montón de funciones que no están reconocidas al 100% en la mayoría de hospitales o clínicas veterinarias. Como nuestro propio nombre indica, nuestra principal función es asistir al veterinario/a y ahí engloban todo lo siguiente: recepción de llamadas, recepción de clientes, ayudar en consulta, realizar análisis, realizar radiografías, realizar electrocardiogramas, asistir en cirugías, encargarnos de la hospitalización, cobrar al propietario, etc. Imagínate realizar todo esto sin parar en 8 horas mínimo (…). Y para ponerle la guinda al pastel, súmale a todo ello un salario bastante deficiente (el de los veterinarios también lo es, por lo tanto el nuestro es todavía menor), respecto a toda la responsabilidad que llevamos a cargo».
Zara O., también auxiliar, comentaba: «Me estresa lo mal reconocidos que estamos en este país, sobretodo las auxiliares, que por no tener, no tenemos ni una titulación que acredite los años de estudio, practicas, esfuerzo y sacrificio. Dedicamos muchas horas y esfuerzo para ganar un sueldo realmente bajo».
Además, algunos profesionales afirman que están cansados de escuchar comentarios como que solo quieren facturar.
Multifunción
Otra causa de estrés en el ámbito veterinario es cuando, desde dentro de las propias clínicas o desde el punto de vista de los dueños de mascota, se considera a algunos profesionales como multifuncionales.
«Bueno, para mí una de las situaciones que me produce más estrés en el día a día de mi trabajo es cuando somos considerados multifunción/multitarea o incluso omnipresente/omnipotente. Intentas dar todo lo posible para que así sea, ya que te gusta tu trabajo, pero llega un punto en que tu mente y tu cuerpo sufre de estrés y agotamiento, de tal manera que por mucho que quieras tener esas cualidades de multifunción, no es posible durante un periodo largo», nos decía María Dominguez, ATV.
Los momentos delicados
La profesión veterinaria tiene momentos en los que las esperas son muy delicadas. Dana Cadabés, también ATV, nos habla concretamente del estrés que le genera un post operartorio: «Creo que los momentos de más estrés son durante un post operatorio, ya que los primeros momentos tras una intervención quirúrgica son tensos, puesto que pueden surgir complicaciones. También en la hospitalización de un animal, sobretodo cuando la situación es de gravedad».
Falta de empatía y compañerismo
La falta de empatía y compañerismo en el ámbito de la veterinaria representa un desafío significativo para los profesionales de este campo, generando un ambiente laboral estresante y poco propicio para el desarrollo óptimo de su labor.
En un sector donde la conexión con los animales y la colaboración entre colegas son fundamentales, la ausencia de empatía y la falta de compañerismo no solo afectan la calidad de la atención brindada a los pacientes, sino también el bienestar emocional y la satisfacción laboral de quienes se dedican a cuidar de la salud animal.
Zara O. nos decía: «Para mí, de las cosas mas estresantes que hay en este mundo es la falta de empatía y compañerismo que hay muchas veces en el mismo entorno laboral. Que una persona con la que tienes que compartir tantas horas al día tenga un trato hacia ti denigrante, maleducado o te haga de menos por el hecho de ser veterinario y tú auxiliar… nos hacen de menos a pesar de que somos quienes más les ayudan y les sacan de aprietos en la mayoría de las ocasiones».
Presión en redes sociales
La presión en las redes sociales se ha convertido en un fenómeno cada vez más impactante en la vida moderna, afectando a diversas profesiones, incluyendo la veterinaria.
«Se ejerce una presión en redes sociales grande, en la que juegan con el desprestigio del profesional cuando un caso no ha ido bien, sin pensar cómo afectan estas opiniones al veterinario a nivel no solo profesional, también psicológico», declaraba Anna M.
Muchas de las personas entrevistadas nos han comentado que alguna vez se han planteado dejar la profesión por estas cuestiones y que si no lo han hecho es porque su vocación gana a todo lo demás. No obstante, está claro que hay límites y que este ámbito requiere cambios.
Gracias a todas las personas que ha querido compartir sus testimonios con Mundo Vets. Deseamos de todo corazón que estas situaciones cada vez vayan a menos para que podáis desempeñar y disfrutar de vuestra labor como os merecéis.