Ruidos y malos olores en el centro veterinario cómo afectan

Ruidos y malos olores en el centro veterinario: cómo afectan

Curiosidades

La profesión veterinaria tiene que convivir constantemente con los ruidos que se producen en la clínica por los animales y las personas. Por no hablar de los olores que se mezclan en el centro. Esta contaminación acústica y olfatoria tiene consecuencias negativas para los profesionales. Veamos cómo afectan los ruidos y malos olores en el centro veterinario y cómo podemos combatirlos.

Consecuencias del ruido y los malos olores en el centro veterinario

La «banda sonora» de una clínica veterinaria se compone de ladridos, aullidos, maullidos… y múltiples conversaciones que se cruzan constantemente.

Ese nivel de ruido hace que, sin darnos cuenta, los niveles de estrés aumenten a la vez que disminuye la concentración.

Todo ello, va provocando un sobreesfuerzo considerable que acaba por mermar la energía del equipo veterinario, afectando al estado anímico.

La contaminación acústica es una acumulación simultánea de sonidos en un área determinada, los cuales generan un efecto abrumador en su conjunto. Por lo tanto, se podría llegar a decir, que en muchas ocasiones el ámbito laboral veterinario está contaminado acústicamente.

Por su parte, con los olores pasa algo similar. Se habla mucho del «olor a hospital» por los desinfectantes y demás productos sanitarios que se usan en estos centros y que en veterinaria también se emplean. Un olor que evoca a lugares fríos y estériles, que nos trasladan a sensaciones como la inseguridad, los nervios, la tristeza, el dolor o un estado de alerta.

Además de esto, concretamente en veterinaria, también hay que sumarle toda la gama de olores que acompañan a la profesión. Estos, por mucha costumbre que le tengáis, agradables, no son.

No obstante, todo ello se puede contrarrestar.

¿Cómo combatir los ruidos en la clínica veterinaria?

La estrecha relación entre la música y el cerebro ha sido muy estudiada por la psicobiología, demostrando, entre otras cosas, que:

  • La música activa áreas de placer del cerebro.
  • Estimula el sistema inmunológico.
  • Regula el estrés.
  • Favorece la cohesión social.

Los sonidos de la naturaleza y la música suave también logran influir en el estado anímico, pero en su caso lo hacen positivamente.

Centrándonos en el estrés, uno de los problemas más habituales de la práctica veterinaria, la elección de música suave o sonidos de la naturaleza, ayudarían a reducir vuestra frecuencia cardíaca, respiratoria, la presión arterial y la temperatura del cuerpo.

Todo ello, se produce al modular las hormonas implicadas en la regulación del estrés: cortisol, noradrenalina, beta-endorfinas, serotonina.

Una buena opción es elaborar una lista de reproducción adecuada para reproducir en ciertas áreas de la clínica (como la sala de espera), mediante un sistema de música ambiental.

Además de esto, otra de las actuaciones que podéis poner en práctica es la insonorización de las zonas de hospitalización y la sala postoperatoria.

De esta manera, los ruidos quedarán limitados a zonas más concretas, pudiendo disfrutar del descanso sonoro cuando no se esté en ellas.

¿Qué se puede hacer con los olores?

En la clínica no podéis emplear ambientadores muy potentes, ya que la mezcla de olores podría ser peor, por no hablar del daño que podrían sufrir las mascotas por ellos.

Lo mejor es usar difusores con aceites esenciales puros de calidad, como la lavanda, que promueve la calma y la relajación.

Ahora que los conocéis, ¿vais a poner en práctica estos consejos?

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