El mundo veterinario es muy amplio y cuenta con infinidad de cosas positivas. Sin embargo, no siempre es así. En esta ocasión, desde Mundo Vets, hemos querido contar con las palabras de diferentes profesionales del ámbito veterinario para que nos cuenten qué es lo más complicado a lo que se tienen que enfrentar por haber elegido esta profesión.
El estado en el que llegan algunos pacientes por pura dejadez
Si hay algo que se repite entre las palabras de los profesionales veterinarios es lo duro que resulta recibir en su clínica a pacientes en estado crítico por pura dejadez de sus propietarios. Por ejemplo, así nos lo contaba Paloma Crespo: «Una de las cosas más duras de nuestra profesión, en mi opinión, es ver las malas condiciones en las que acuden los animales en muchas ocasiones por descuido o pasotismo de los propietarios, que esperan al último momento para acudir a consulta, y luego esperan milagros.»
En el caso de Paloma, además, especialista en animales exóticos, se le suma la frustración de observar cómo la gente adquiere a este tipo de animales sin informarse previamente de sus cuidados y manejo, siendo ellos los que pagan las consecuencias de unos propietarios negligentes.
Y no solo Paloma nos ha hablado de esa dejadez. Sheila Martín-Benito iba más allá, dejando claro que no solo hay personas que actúan irresponsablemente de forma inconsciente, sino que algunos normalizan estas situaciones: «… explican situaciones como «normalizadas» cuando en realidad podrían llegar a considerarse maltrato: perros llenos de pulgas, heridas con miasis, caparazones de pelo en perros, animales que no comen desde hace 5 días o, incluso, perros atropellados desde hace 2 semanas (verídico).»
¿Cómo alguien puede considerar el sufrimiento de un animal “normal”? África Morcuende deja claro, en su opinión, dónde está el problema: «El hecho de que nuestro paciente no sea el mismo que nuestro cliente es una excepcionalidad que a menudo afecta al desempeño de nuestro trabajo. Me refiero, por ejemplo, a aquellos casos en los que la situación crítica del animal se podría haber solucionado más fácilmente, pero el tutor/a de la mascota decidió “esperar a ver si se le pasa” y lo que tenemos es un paciente crítico. Si se tratase de un dolor que sufriera el cliente, raramente llegaríamos a los extremos que presenciamos en el día a día en la clínica veterinaria.»
Las prioridades económicas de los tutores de mascotas
Otra de las cosas más duras a las que se enfrentan los profesionales veterinarios en su trabajo son los problemas económicos de algunos tutores para hacer frente a los tratamientos de sus mascotas.
Una profesional veterinaria nos transmitía estas palabras: «los problemas económicos de dueños que no saben lo que es tener un animal son agotadores, ya que no dependen de nosotros, han sido ellos los que libremente han escogido tener mascota, pero parece que tengas que encargarte tú.»
Germán Pérez, director en Kato Clínica Felina, también nos habló de su experiencia en este sentido: “Cada consulta puede ser una batalla en la que debemos justificar nuestro trabajo, convencer a los propietarios de la mascota que es necesario realizar pruebas para poder dar respuesta a sus incesantes exigencias de «¿Y qué tiene mi perro o gato?». Pero claro, la enorme losa del dinero nos aplasta. Siempre lidiando con la sensación de que parece que queremos “robar”, aprovecharnos de su mal, de que no queremos sacar nuestra mágica bola de cristal para darle el diagnóstico en un minuto, de que mantenemos oculta la pastilla azul que lo cura todo y evitamos dar a su mascota para salvarle la vida.»
Y esto, se vuelve particularmente duro cuando, como dice Sheila, mientras algunos propietarios se quejan de lo costoso de un tratamiento, sostienen en su mano un móvil de alta gama recién salido al mercado. Pero es que claro, su mascota es solo un animal…
¿Desde cuándo hacer algo por vocación implica hacerlo gratis?
El tema económico es bastante complejo y lleva a muchos puntos que son causa de frustración entre los profesionales veterinarios. Pocos hay de ellos que no se dediquen a esto por vocación. Sin embargo, algunas personas piensan que por ese motivo su trabajo debería ser gratis.
Germán nos lo explicaba así: «La presión social de que por ser veterinario, por ser vocacional, debemos entregarlo y sacrificarlo todo, aplazar siempre tu vida por la de tus pacientes. Pero claro, sin ningún tipo de contraprestación por ello. Si quieres tener un trabajo del que vivir, no puedes ser veterinario…»
A África también le pesa esto: «Me agota enormemente tener que enfrentarme al “ ¿por esto me vas a cobrar?” “Deberías hacer esto por vocación, no por dinero”, como si los clínicos decidiéramos en qué clase de mundo vivimos.»
Sabemos que la mayoría de tutores de animales valoran y agradecen la gran labor de estos profesionales. Sin embargo, esta debería ser la norma siempre.
Las eutanasias, un momento realmente duro
Dentro del día a día en las clínicas veterinarias el momento de la eutanasia sigue siendo algo verdaderamente doloroso para los profesionales, por más años que lleven ejerciendo. Así nos lo contaba una veterinaria: «Lo más duro en estos casi 17 años como veterinaria, siguen siendo las eutanasias de pacientes cercanos, por el sufrimiento de los familiares.»
Sheila, nos trasmitía la tristeza de esos momentos con sus palabras: «Para mí, la parte dura de esto es cuando los propietarios se niegan a estar, ni siquiera en el momento en el que se sedan, es muy muy triste ver cómo muchos de los peludos buscan a sus compañeros de vida y ellos deciden no estar.» Sin embargo, ella como ATV decide quedarse y ser su compañera, dándoles todo el cariño que merecen, aun sabiendo que nunca será como el de su familia.
Como propietarios es realmente duro ver marcharse a un ser que hemos amado tanto, pero por eso mismo deberíamos brindarle la mejor de las despedidas.
La incomprensión de algunos tutores, otra barrera más
Los profesionales del sector veterinario tienen muy presente que la correcta comunicación con los clientes y el ofrecerles una experiencia agradable en la clínica es esencial para fidelizarlos. Sin embargo, parece que con algunos hay que medir cada palabra y cada gesto al milímetro para evitar molestias.
Julia Ruiz nos lo contaba así: «Hay propietarios que son muy amables y comprensibles, pero hay bastantes que no ponen las cosas nada fáciles. Ya sea en el momento de la atención telefónica como en la clínica veterinaria. Al ser mi puesto el de auxiliar, se suele dar por hecho que lo que yo les explique va a ser erróneo, llegando a necesitar que el veterinario lo confirme.»
Esto por no hablar de los tiempos de espera. Como dice Julia: «… a ninguna persona le gusta esperar, pero es algo que hay que tener en mente que puede suceder cuando hablamos del ámbito de la veterinaria. No es lo mismo poner una vacuna anual a un perro, que realizar unas radiografías, ecografías o, mismamente, una revisión general del estado del animal.»
Sin echar balones fuera: lo más duro de la profesión veterinaria mirando hacia dentro
Por supuesto, las complicaciones que puedan «empañar» la profesión no solo vienen de fuera.
África era muy clara en este aspecto: «A menudo, hay situaciones que nos generan estrés y ansiedad que no son consecuencia de nuestra labor clínica, sino de nuestro trabajo en sí. Me gustaría remarcar lo frustrante que es entregar tu vida temporal y económicamente (…) y ver cómo entre compañeras de gremio “nos pisamos”: clínicos que cambian el tratamiento porque “se lo ha puesto la competencia”, críticas al anterior compañero/a por haber hecho esta o aquella prueba, etc.»
Y va más allá: «Ver cómo el convenio, que debería ser un acuerdo de mínimos, se convierte en la máxima (en las mejores situaciones) de nuestras condiciones laborales. Ver cómo a medida que pasa el tiempo, aquellos/as compañeros/as con quien comenzaste la clínica recalculan su hoja de ruta, abandonando su vocación en busca de un trabajo en el que la fatiga no aceche tras cada esquina. Francamente, no creo que nos estemos haciendo ningún bien. No podemos pretender que se nos valore desde fuera si nosotros/as mismas no estamos valorando nuestra profesión como se merece.»
Julia también nos hablaba desde su perspectiva como auxiliar, poniendo sobre la mesa la relevancia tener una buena comunicación entre todo el equipo para un óptimo desempeño de la actividad diaria de todos los trabajadores: «Otro factor muy importante y de alta dificultad es la perfecta coordinación entre todo el equipo cuando hay más de dos veterinarios en la clínica. Hay veces en que unos nos proporcionan unas instrucciones para llevar a cabo los procedimientos del día a día, y otros profesionales nos dictan otras totalmente diferentes. Entramos en el dilema de si seguir las pautas de un veterinario u otro… Esta situación me ha sucedido y es bastante frustrante.»
A pesar de ser una de las profesiones más bonitas que pueden existir, como nos recordaba Germán, la veterinaria es una de las profesiones con mayor tasa de suicidio debido a la gran presión a la que se ven sometidos sus profesionales. Y comprobando las palabras que han compartido con nosotros está claro que el objetivo tiene tres vías principales: la concienciación sobre el respeto animal de los propietarios, la valoración de la profesión tanto desde fuera como desde dentro y el apoyo entre los profesionales del sector.
Desde Mundo Vets agradecemos a todas las personas que han compartido sus experiencias, con las que sabemos que muchas otras se sentirán identificadas.
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