El síndrome del quemado o «burnout» es un problema que afecta a gran número de profesionales. Entre ellos, muchos veterinarios.
El síndrome del quemado en veterinaria
Los profesionales veterinarios forman parte de uno de los sectores más afectados por el estrés y por la ansiedad. En muchos casos, el nivel es tan alto que, lamentablemente, acaba detonando y causando suicidios.
El estrés y el agotamiento afecta a los especialistas de este sector y esto deriva de muchos factores. Por ejemplo:
- Una fuerte implicación con el trabajo.
- El sacrificio de la vida personal.
- Situaciones éticas muy comprometidas.
- El impacto en la salud mental de la pandemia por Covid-19.
El síndrome «Burnout» como enfermedad profesional
Desde la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) se ha exigido que el síndrome de «Burnout» se incluya en el cuadro de enfermedades profesionales, bajo las condiciones acordadas en la 72ª Asamblea Mundial de la Salud de la OMS.
Hasta el pasado 1 de enero de 2022, el síndrome del quemado se incluía entre los problemas relacionados con la dificultad en el control de la vida. No obstante, desde que entrase en vigor la última revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades el primer día del citado año, ya se considera este síndrome como un problema relacionado con el trabajo.
Con esta nueva clasificación, el síndrome del quemado se incluye en el capítulo 24. Este corresponde a los “Factores que influyen en el estado de salud o el contacto con los servicios de salud”, dentro de la subcategoría de “problemas asociados con el empleo y el desempleo”. Su codificación es QD85: Síndrome de desgaste ocupacional.
El síndrome del quemado es muy habitual en profesionales con muchas responsabilidades y con un alto nivel de interacción con los usuarios. Dentro de sus consecuencias más significativas destaca:
- El autohostigamiento.
- La despersonalización del trabajador.
- Desgaste emocional.
- Pérdida de confianza en las capacidades propias.
En espera de la respuesta
El sindicato ha enviado una carta a la ministra Yolanda Díaz con el fin de que se reconozca inmediatamente esta patología, tal y como determinó la OMS el 25 de mayo de 2019.
Desde ese momento, la Organización Mundial de la Salud dio un plazo de año y medio para que cada país adecuase su legislación y se reconociera este síndrome como enfermedad profesional. Eso supone que España lleve más de un año de retraso en esta adaptación decidida por las OMS.