Si se quiere hablar de la competitividad de un negocio veterinario hay un factor que no se puede pasar por alto: el factor humano. En un sector tan cambiante, la formación continua en veterinaria cobra especial relevancia, ya que la mejora de la calidad profesional y la especialización son claves para destacar frente a la competencia. Quizás sea el reto más complicado, pero también uno de los que aporta mayores beneficios.
¿En qué consiste la formación continua?
La formación continua consiste en llevar a cabo un conjunto de acciones formativas para mejorar el conocimiento, cualificación y competencia de los trabajadores. Sirve para actualizar y ampliar los conocimientos, y de esa manera aplicarlos a los cambios del sector en el que se trabaje, especializarse y también favorecer la promoción profesional y personal.
En el sector veterinario, las actualizaciones constantes en descubrimientos, conocimientos y tecnologías requieren no quedarse atrás. De hacerlo, sería una de las causas más probables por las que un negocio veterinario no crece.
La formación profesional continua es una práctica menos desarrollada en España que en otros países, pero no sería de extrañar que en un futuro se implemente con más naturalidad e, incluso, con carácter obligatorio desde los propios Colegios Veterinarios.
Llegados a este punto, recopilemos las ventajas de la formación continua en veterinaria.
- La especialización profesional.
- Actualización de los conocimientos ya adquiridos con anterioridad.
- Adaptación a las nuevas necesidades del sector.
- Ampliación de conocimientos veterinarios.
- No solo favorece el desarrollo profesional, sino que también es un aliciente para el desarrollo personal.
- Si es el propio centro quien integra la formación en la plantilla, reforzará el vínculo de los veterinarios con la empresa.
En este último punto es importante destacar que en lo que a formación continua en veterinaria se refiere, es importante que todos los estamentos del negocio veterinario estén implicados. En un sector que se enfrenta a unos cambios tan continuos y con tanta competencia, ningún miembro del equipo se puede quedar atrás. Aunar esfuerzos es esencial para sacar el mayor rendimiento a vuestra clínica veterinaria.
¿Cuáles son los impedimentos más comunes a los que se enfrenta la formación continua en veterinaria?
A pesar de la gran importancia derivada de los beneficios que tiene la formación continuada en la profesión veterinaria, es verdad que, en ocasiones, existen ciertas trabas para llevar a cabo la misma.
Falta de tiempo
Jornadas laborales con horario partido, trabajar los sábados, urgencias 24 horas… el tiempo que se dedica a la profesión veterinaria es elevado, lo sabemos. Eso, unido a la vida personal y a que a veces es complicado tener acceso a formaciones con amplia flexibilidad de horarios, hace muy difícil la formación continua.
Por suerte, hay ciertas formaciones concretas que no requieren presencia, suelen encontrarse de manera online, lo que facilita la adaptación a ello.
Falta de motivación
La desmotivación puede estar relacionada con el punto anterior, especialmente para aquellos profesionales a los que les cuenta conciliar la vida profesional con la personal. Otras veces la falta de motivación está asociada a un pensamiento erróneo de que solo los «nuevos» van a ser capaces de asimilar ciertos conocimientos actualizados.
Esto último también puede venir, más que desde la falta de motivación, de la simple dejadez. Esta está presente en aquellos profesionales que piensan que sus años de experiencia en el campo son más que suficientes para hacer crecer un negocio.
Por otro lado, la dejadez también aparece cuando no se encuentra información accesible sobre los tipo de formación existente, sus modalidades, beneficios, financiación, etc. Al no recibir en la mano todo ello, el profesional no hace el esfuerzo de interesarse.
El coste
La gran mayoría de los profesionales veterinarios deben ser los que costeen por sí mismos la formación, lo que supone un esfuerzo económico. Por ello, sería muchísimo más fácil si hubiese un apoyo de financiación por parte de los Colegios y de los organismos públicos. De ahí que si llegado un día la formación continua en veterinaria pasase a ser obligatoria, por lo menos esa parte económica debería estar cubierta y supondría un impedimento menos.
El acceso a esta formación debería ser un derecho, porque, además, no solo beneficia a los veterinarios como entes particulares, sino que todo el sector se ve favorecido y estimulado.