Los profesionales que trabajan en veterinaria no solo se dedican a ella porque les apasiona el desafío que supone el mundo de la medicina, sino porque también os consideráis cuidadores naturales. Eso implica poseer la combinación perfecta entre las habilidades emocionales y los conocimientos científicos, algo que valoran mucho los clientes, pues influye en la atención recibida.
No obstante, los profesionales de la veterinaria muchas veces no conocen del todo los peligros de apoyar emocionalmente a las familias que pierden a su mascota y si no ponen ciertos límites, corren mucho riesgo de sufrir fatiga por compasión.
¿Qué es la fatiga por compasión?
La fatiga por compasión es una forma de estrés que se da cuando la capacidad emocional del profesional de la salud se desborda ante el compromiso empático con el sufrimiento de sus pacientes. Además, en veterinaria se le suma el sufrimiento de los propietarios de los animales.
En psicología, se entiende por compasión al sentimiento que nace al presenciar el sufrimiento del otro y también el propio, pero también nace del compromiso de querer aliviar ese sufrimiento.
La sensibilidad al sufrimiento se basa en la empatía, es decir, en tratar de comprender lo que pasa en la mente de la otra persona. Por este motivo, la compasión no es solo una emoción, sino también una motivación que orienta la conducta humana.
Fatiga por compasión en veterinaria
Dentro de la veterinaria se camina continuamente por la delgada línea entre la vida y la muerte. Y, por desgracia, no todas las batallas se ganan, suponiendo una gran carga emocional que puede hacer que el profesional se culpe por la pérdida.
Es más frecuente de lo que pensamos que los veterinarios luchen a menudo con problemas de salud mental que se relacionan con la muerte de sus pacientes. Esos sentimientos pueden exacerbarse cuando la relación entre ellos ha existido durante muchos años.
Aunque tu formación puede protegerte en cierta medida de perderte entre tus emociones gracias a una barrera de objetividad, racionalidad y rigor, lo cierto es que, como veterinario, tendrás que gestionar el dolor de los demás, a la vez que gestionas el propio.
Es importante saber controlar esto, pues tu papel es tranquilizar al propietario durante todo el proceso y sería inapropiado perder la objetividad o ser demasiado emocional.
No obstante, como persona que también eres (no solo profesional) debes ser honesto contigo y tus sentimientos, aunque no lo hagas en presencia de los dueños.
Desarrollo del duelo y cómo afrontarlo en veterinaria
Cuando un animal muere o debe aplicársele la eutanasia, se presenta un momento crítico en los términos relacionados con la fatiga por compasión.
Como profesional debes ser consciente de esta carga emocional para poder detectar en qué grado te afecta. Dichas manifestaciones pueden presentarse en forma de llanto, pérdida de apetito, dificultad para dormir, negación, incapacidad para concentrarte, confusión, tristeza, depresión, ira, revivir constantemente la pérdida, sentirse abrumado o sentir rechazo.
El duelo puede presentarse en diferentes miembros del equipo de diferente forma, pero es fundamental que todos tengan la posibilidad de compartir sentimientos juntos y reconozcan que están realmente afectados.
Qué hacer para minimizar el impacto emocional de la muerte y la eutanasia en la profesión veterinaria
Hay varios aspectos que debes considerar para hacer frente a esta realidad:
- Acepta el hecho de que, como profesional de la veterinaria, no puedes ser compasivo sin sentirte afectado emocionalmente. Es decir, acepta que eres humano y no lo veas como una debilidad. Sin embargo, pon límites a ese “dar” emocional, pues hacerlo constantemente puede dejarte vacío.
- Encuentra, dentro del equipo veterinario, a un compañero de confianza con quien puedas hablar sobre sentimientos y compartir el dolor. Apoyaos mutuamente.
- Determina límites realistas en el trabajo para asegurar el tener tiempo para retirarte y recuperarte. Desconectar del centro veterinario al finalizar la jornada es esencial.
- Establece una atmósfera, dentro del centro veterinario, en la cual se acepte el impacto que supone la muerte del paciente y la eutanasia en el personal. Animaos unos a otros a respetar este hecho.
En definitiva, desarrollar un estilo de vida y un ambiente de apoyo dentro de la clínica que amortigüe el impacto de estas emociones es esencial para tener una vida profesional y personal saludable si te dedicas a la veterinaria.
Otras acciones a considerar en la clínica para mantener al equipo más fuerte emocionalmente
Sobre todo cuando entre en juego la posibilidad de considerar la eutanasia en un paciente muy enfermo, se pueden tomar algunas medidas para aliviar el estrés emocional del equipo.
- Hay que ver la eutanasia como sinónimo de dar al animal una muerte más digna y nunca como un fracaso.
- Establecer un protocolo de eutanasia que minimice los recuerdos negativos asociados a la misma, siendo a la vez muy respetuoso y empático con el animal, sus propietarios y con el personal.
- Lo ideal es que se informe a todo el personal que esté involucrado en el cuidado de un animal que se está planteando la eutanasia para él.
- Hay que dar la oportunidad, al personal que lo desee, de despedirse del animal. Eso incluye consolar a la familia de la manera que considere adecuada.
- Todo el equipo debería hablar después del fallecimiento para darse apoyo mutuo y reflexionar en caso de que sea necesario.
- Se deben aceptar las diferentes reacciones de cada persona.
- Hay que elogiar el esfuerzo realizado por el paciente y reflexionar también sobre las lecciones aprendidas en cada caso.
La fatiga por compasión puede ser uno de los desencadenantes del síndrome del burnout y a veces no se diagnostica a tiempo. Por ello, también debes estar alerta de las señales de burnout para pedir ayuda psicológica a tiempo y no llegar a ese punto de agotamiento.