Son muchas las personas que a lo largo de su vida profesional han sufrido el síndrome del impostor. También sucede (y mucho) en veterinaria. Por ello, si sientes que es tu caso, te damos algunas claves y los síntomas del síndrome del impostor en veterinaria y otros ámbitos para que seas consciente de ello, puedas actuar y que no te acabe perjudicando gravemente.
Perfiles con el síndrome del impostor más comunes
En primer lugar, veamos qué perfiles suelen ser los más comunes en sufrir el síndrome del impostor en veterinaria o en otros sectores.
- El perfeccionista. Aquella persona que siempre se pone una meta demasiado alta y piensa que lo podría haber hecho mejor, aunque logre su objetivo con éxito.
- Genio natural. Son personas que dan por hecho que todo tiene que salirles bien en el primer intento o de manera fluida. Cuando no lo logran, se frustran.
- Superhumano. Con el fin de cubrir sus inseguridades, estas personas piensan que necesitan trabajar sin parar.
- Individualista. Se trata de personas que, por temor a que se descubran sus supuestas incapacidades, deciden hacerlo todo por su cuenta, sin solicitar nunca ayuda.
¿Te reconoces en alguno de estos perfiles?
Señales del síndrome del impostor
Ahora vayamos un poco más allá y veamos cuáles son las señales que podrían indicar que sufres el síndrome del impostor.
- Te quedas en el trabajo más tiempo del esperado.
- No sabes decir NO en tu trabajo veterinario.
- Otros te describen como perfeccionista.
- Te preocupas constantemente por «fracasar».
- Comparas tus éxitos con los de los demás.
- Sientes que tus logros se deben a la suerte.
- Piensas que tu trabajo lo podría haber hecho cualquiera.
- Te centras más en lo que no has hecho que en lo que has conseguido.
Todo ello, produce unos efectos muy negativos en la persona que padece este síndrome.
Síntomas del síndrome del impostor en veterinaria
Padecer el síndrome del impostor provocará en ti unos efectos en tu salud mental bastante graves. Además, el agotamiento también puede traducirse en problemas físicos y afectar en tus relaciones personales.
- Ansiedad.
- Baja autoestima.
- Pierdes oportunidades por creer que no podrás con ellas.
- Abandono de la carrera profesional.
- Insatisfacción.
- Frustración.
- Continua presión por no decepcionar o no «ser descubierto».
- Exceso de trabajo y agotamiento, que puede derivar en el síndrome del quemado.
Por ese motivo, es importante ser conscientes de esta realidad y poner de tu parte para no llegar a las peores consecuencias.
Qué hacer ante el síndrome del impostor
Tratar el síndrome del impostor requiere de tiempo, ganas, actitud, y en muchos casos, buscar la ayuda psicológica necesaria.
Para comenzar, puedes realizar la prueba «Clance IP Scale» desarrollada en el año 1978 por la Doctora Pauline Clance con Suzanne Imes para determinar si alguien padece el síndrome del impostor.
Si los resultados de esta prueba son positivos, acepta que estás ante un fenómeno psicológico que se puede tratar y que no estás sola: muchas personas se están enfrentando a él en este mismo instante.
En tu trabajo, deberás concentrarte en las cosas que han ido bien, dándoles el valor que realmente merecen.
Es fundamental ser amable contigo misma y asumir que tus éxitos son fruto de tu esfuerzo, que no todo el mundo logra lo que tú has conseguido y que eres una persona muy válida para tu profesión.
Habla y pide ayuda a mentores o expertos de tu sector para que te cuenten si ellos se han sentido así y verás que son muchos los profesionales que han pasado por lo mismo a causa de sus inseguridades.
Además, debes buscas apoyo tanto en tu entorno de trabajo como fuera del mismo. Y sobre todo, no pensar que eres débil por buscar ayuda.
Y date tiempo. El tiempo y la experiencia te aportarán una base mucho más sólida en todo, tanto en tu carrera, como en tu propia confianza.